Los verdaderos “ataques” al hígado

Entrevistamos al Dr. Adrián Gadano, Jefe de la Sección Hepatología del Servicio de Clínica Médica, quien describe el panorama actual de las enfermedades del hígado: los avances logrados y los desafíos que restan en la prevención.


"El hígado es un órgano muy importante es el gran “distribuidor” de los nutrientes y energías del cuerpo: los procesa, almacena, transforma y reenvía. Todo esto lo realiza de forma muy silenciosa", nos explica el Dr Adrián Gadano.


¿Por qué es silencioso?No hace “ruido”, no tiene tanta fama como el corazón o el cerebro pero trabaja las 24hs. sin parar. Incluso fabrica hormonas, se encarga de la coagulación, mantiene los niveles de glucosa en sangre, entre otras funciones. Además es un órgano muy noble, que continúa trabajando “sin quejarse”, puede lesionarse sin mostrar síntomas.
Cuando la gente dice “tengo un ataque al hígado”, en general, no se trata de eso. Suele tratarse de dolor de cabeza por otras causas (bebidas alcohólicas aún en poca cantidad, alimentos, salsa de soja, chocolate, quesos, etc.), molestias digestivas (gastritis por frituras, dificultad en la digestión de algunos alimentos debido a carnes grasosas, masa cruda, legumbres) y, más raramente, problemas de la vesícula.
El hígado “sufre” en silencio. Entonces hay que cuidarlo mucho porque, además, cuando se enferma o lesiona, muchas veces lo hace en forma lenta y progresiva. Y cuando aparecen los síntomas es porque ya está muy enfermo, cuando el equilibrio que mantuvo durante años se rompe y desencadena enfermedades importantes. Por eso es fundamental la prevención.
 Muchas veces, la publicidad “ataca” al hígado.

¿Por qué se puede enfermar el hígado?
Hay muchas causas, pero destaco dos cuestiones de importancia. La primera es el descuido por la alimentación, es decir, comer con exceso de grasas y no realizar actividad física, con el consecuente aumento de peso que trae aparejado. Esto, a veces, comienza en la niñez. La segunda es el exceso de alcohol, muchas veces a partir de la adolescencia.
Ambas favorecen la generación de depósitos de grasa en el hígado, algo que en algunos pacientes va dejando pequeñas cicatrices aunque no presente síntomas (esteatohepatitis o inflamación del hígado, como se la conoce).
Estas son -hoy- las primeras causas de enfermedades del hígado, que, de no ser controladas a tiempo, pueden derivar -años después- en cirrosis por alimentación y alcohol, a veces sólo por mala alimentación y sedentarismo.
Este es un tema para trabajar desde la niñez y la adolescencia, la alimentación con más cantidad de frutas y vegetales evitando el exceso de alcohol. Estos son los temas más frecuentes y donde debemos insistir ya que el mercado y los medios ofrecen todo el tiempo estas comidas y bebidas: muchas veces, la publicidad ataca al hígado.

¿Qué sucede respecto de las hepatitis virales?Es el otro gran tema. Los virus pueden enfermar al hígado en forma aguda como crónica. Por suerte, la hepatitis “A” tiene una incidencia cada vez menor en la población que nosotros vemos en el Hospital, tanto en chicos como en adultos. Y esto es porque existe una vacuna muy eficaz que ingresó en el Calendario de Vacunación desde 2005. Es una sola dosis y nuestro país fue pionero en el tema, fue muy exitoso el Programa y disminuyeron considerablemente los casos de hepatitis “A” y “A fulminante”, antes una causa de trasplante hepático en chicos. Hoy ya no existen casos, es una excelente noticia.
¿Qué desafíos restan en este campo?Resta trabajar en las llamadas hepatitis crónicas, en especial la “B” y la “C”. Estas son también virales y muchas veces el contagio no produce síntomas en el paciente (en otras sí). Ocasionan un gran daño en el hígado sin que el paciente lo note: la cirrosis es la primera causa mundial de trasplante de hígado.
Entonces, ¿qué herramientas tenemos para prevenir estas enfermedades?
Para la hepatitis “B” existen vacunas que también entran en el Calendario (tres dosis al primer año de vida y a los adolescentes en la pre adolescencia). Pero muchos adultos que no la recibieron están  expuestos, ya que el contagio principal es por vía sexual. Ellos pueden vacunarse a través del Ministerio de Salud o de forma privada. Hay un grupo, no menor de pacientes -se estima alrededor de un 1% de la población- que adquirieron la hepatitis “B” por vía sexual y no lo saben porque no tienen síntomas.

¿Y que sucede con la hepatitis “C”?Así como el contagio de la “B” es por vía sexual, en la hepatitis “C” se produce por contacto con la sangre de una persona infectada, tema que es de gran importancia en instituciones (centros de salud, salones odontológicos, etc.). También quienes hayan estado expuestos por diversas prácticas (uso de jeringas, tatuajes y piercing, etc.). Un porcentaje de personas tampoco saben que están contagiados ni presentan síntomas.
Las relaciones sexuales seguras protegen también al hígado.
¿Cómo se puede diagnosticar cuando no hay síntomas?Para poder detectar pacientes con estos dos tipos de hepatitis (“B” y la “C”) hay que abogar por la realización del test por parte del médico al menos una vez en la vida a toda la población adulta.  Porque quizás un contacto sexual o nosocomial años atrás puede haber provocado el contagio y no saberlo, con el riesgo de contagiar a otros. El test es económico, fácilmente accesible y se encuentra disponible en todas las instituciones públicas y privadas del país. Por eso insistimos, hoy, en que los propios pacientes lleven el tema a la consulta.
Esto lo decimos ahora porque el paciente que se identifica “corta” la cadena de contagio. Y porque, actualmente, los tratamientos han evolucionado y se pueden curar la gran mayoría de los pacientes. Cuanto antes se lo diagnostique, mayor es la probabilidad de una cura sin secuelas. El Hospital, anualmente, realiza una campaña de concientización y detección de pacientes con hepatitis.

Cuando se habla de relaciones sexuales, de prevenir contagios se suele relacionar con el VIH, ¿también, entonces, hay que incorporar el tema de la hepatitis?El HIV caló muy hondo y tuvo un gran impacto en la población por tratarse de una enfermedad que, en esa época, era mortal en el corto plazo. La población tomó rápidos recaudos, se buscó el modo de detectar pacientes de riesgo, se protegió la anonimidad y se lograron muchos avances.
Con la hepatitis no ocurrió todavía eso porque se trata de una enfermedad lenta y silenciosa, no tiene el mismo impacto social. Por suerte el VIH pasó a ser una enfermedad controlable, hoy los pacientes tienen excelente medicación.
Sin embargo, nosotros estamos volviendo a detectar casos de hepatitis “B” porque la gente, en especial los adultos, no se cuida tanto como en ese momento, se perdió un poco el cuidado extremo de hace 10 años atrás.  Necesitamos que la gente conserve esa recomendación de ser muy cuidadoso en sus prácticas sexuales para protegerlos, no sólo del VIH, sino también de la hepatitis “B”.